viernes, 21 de agosto de 2020

NUNCA ES TARDE


En este momento especial que estamos viviendo como sociedad se hace importante caer en la cuenta de que:

Dios nos ofrece oportunidades infinitas de ser mejores, de cambiar, de acercarnos a los demás, mover la solidaridad, ubicarnos en una experiencia diferente de vida, tener a María como referente de nuestra fe, encontrar en la cruz el símbolo que nos identifica como creyentes, poner en alza el valor de la paz, creer en los otros, amar por encima de todo y luchar por un mundo más justo y equilibrado.

Ese es el objetivo principal de nuestro lema, ese es el reloj que se moverá a lo largo del curso marcando cada una de las horas de nuestra vida.

Como agentes de pastoral podremos poner énfasis en esos valores que nos identifican y que son el motor que nos mueve hacia un mundo que no damos por perdido. La humanidad, la vida, depende de cada uno de nosotros, de todo el bien que podamos hacer a los que tenemos cerca y a los que no vemos pero sabemos que existen.

Es el momento de cuidar nuestro planeta, de acercarnos a los otros con un corazón limpio, de “guardar distancias” de seguridad cargadas de emoción y consuelo, de pensar en los demás más que en nosotros mismos, de vivir a tope nuestro tiempo dedicándolo a lo esencial.

Somos educadores y evangelizadores, tenemos que pasar página para vivir en la dirección de las horas y meses. Es nuestro momento.

Somos seres vulnerables, no lo podemos todo, no lo tenemos todo. La vida nos ha dado un vuelco y es el momento de afianzar lo que somos, de decir al mundo que NUNCA ES TARDE para avanzar y ser mejores.

Como dice el Papa Francisco “El drama que estamos atravesando nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve. Porque la vida se mide desde el amor”


 

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