SANTA MISA CON PRIMERAS COMUNIONES, HOMILÍA DEL SANTO PADRE
Queridos hermanos y hermanas, ¡Christos vozkrese!
Estoy feliz de saludar a los niños y niñas que han recibido la Primera Comunión, como también a sus padres, familiares y amigos. Os dirijo a todos vosotros el hermoso saludo que también se acostumbra decir en vuestro país durante el tiempo pascual: ¡Christos vozkrese! Este saludo es expresión de nuestra alegría como cristianos, discípulos de Jesús, porque Él, que ha entregado la vida por amor en la cruz para destruir el pecado, ha resucitado y nos ha hecho hijos adoptivos de Dios Padre. Estamos contentos porque Él está vivo y presente entre nosotros, hoy y siempre.
Vosotros, queridos niños y queridas niñas, habéis venido aquí de todas partes de esta “Tierra de las rosas” para participar en una fiesta maravillosa, que estoy seguro no olvidaréis nunca: vuestro primer encuentro con Jesús en el sacramento de la Eucaristía. Alguno de vosotros podría preguntarme: Pero, ¿cómo podemos encontrar a Jesús, que vivió hace tantos años y después murió y fue sepultado? Es verdad: Jesús ha hecho un gesto de amor inmenso para salvar a la humanidad de todos los tiempos. Estuvo en la tumba tres días, pero nosotros sabemos —nos lo aseguran los apóstoles y otros muchos testigos que lo han visto vivo— que Dios, su Padre y nuestro Padre, lo resucitó. Y ahora Jesús está vivo y está aquí con nosotros, por eso hoy lo podemos encontrar en la Eucaristía. No lo vemos con estos ojos, pero lo vemos con los ojos de la fe.
Os veo aquí vestidos con las túnicas blancas: es un signo importante y hermoso. Porque estáis vestidos de fiesta. La Primera Comunión es ante todo una fiesta en la que celebramos que Jesús quiso quedarse siempre a nuestro lado y que nunca se separará de nosotros. Una fiesta que ha sido posible gracias a nuestros padres, nuestros abuelos, nuestras familias, nuestras comunidades que nos han ayudado a crecer en la fe.
Para venir aquí, a esta ciudad de Rakovski, habéis hecho un largo camino. Y vuestros sacerdotes y catequistas, que han seguido vuestro itinerario de catequesis, os han acompañado también en el camino que os lleva hoy a encontrar a Jesús y a recibirlo en vuestro corazón. Él, como hemos escuchado en el Evangelio de hoy (cf. Jn 6,1-15), un día multiplicó milagrosamente cinco panes y dos peces, saciando el hambre de la muchedumbre que lo había seguido y escuchado. ¿Os habéis dado cuenta de cómo empezó el milagro? De la mano de un niño que llevó lo que tenía: cinco panes y dos peces (Jn 6,9). Al igual que vosotros, que hoy ayudáis a que se produzca el milagro de hacernos recordar a todos los mayores aquí presentes el primer encuentro que tuvimos con Jesús en la Eucaristía y poder dar gracias por ese día. Hoy nos permitís estar nuevamente de fiesta y celebrar que Jesús está presente en el Pan de Vida. Porque hay milagros que sólo pueden ocurrir si tenemos un corazón como el vuestro, capaz de compartir, soñar, agradecer, confiar y honrar a los demás. Hacer la Primera Comunión significa querer estar cada día más unidos a Jesús, crecer en amistad con Él y que otros también puedan disfrutar de la alegría que nos quiere regalar. El Señor os necesita para poder realizar el milagro de que su alegría llegue a muchos de vuestros familiares y amigos.
Queridos niños, queridas niñas: Estoy contento de compartir con vosotros este gran momento y de ayudaros a encontrar a Jesús. Verdaderamente, estáis viviendo un día en espíritu de amistad, espíritu de alegría y fraternidad, espíritu de comunión entre vosotros y con toda la Iglesia que, especialmente en la Eucaristía, expresa la comunión fraterna entre todos sus miembros. Nuestro documento de identidad es este: Dios es nuestro Padre, Jesús es nuestro Hermano, la Iglesia es nuestra familia, nosotros somos hermanos, nuestra ley es el amor.
Deseo animaros a rezar siempre con el entusiasmo y la alegría que tenéis hoy. Recordad que este es el sacramento de la Primera Comunión y no de la última Comunión. Hoy acordaos que Jesús os espera siempre. Por eso, os deseo que hoy sea el inicio de muchas comuniones, para que vuestro corazón esté siempre como hoy, en clima de fiesta, lleno de alegría y, sobre todo, de gratitud.
[En este momento, el Santo Padre mantuvo un coloquio espontáneo con los niños, valiéndose de un traductor de lengua búlgara].
Papa Francisco: Queridos niños y queridas niñas: Os doy la bienvenida. Estoy feliz de veros aquí para la Primera Comunión. Os haré una pregunta: ¿Estáis contentos de hacer la Primera Comunión?
Niños: ¡Sí!
Papa Francisco: ¿Seguro?
Niños: ¡Sí!
Papa Francisco: ¿Y por qué estáis contentos? Porque Jesús viene. Digamos juntos: “Estoy contento porque Jesús viene”.
Niños: ¡Estoy contento porque Jesús viene!
Papa Francisco: Y vosotros, reunidos todos aquí para recibir a Jesús —os hago una pregunta—, ¿pertenecéis a la misma familia?
Niños: ¡Sí!
Papa Francisco: ¿Y cómo se llama nuestra familia?
Niños: La Iglesia.
Papa Francisco: Nuestro apellido es: cristiano.
Niños: ¡Sí!
Papa Francisco: ¿Cómo es nuestro apellido?
Niños: Cristiano.
Papa Francisco: De acuerdo. En la homilía he dicho algo que me gustaría que recordéis siempre. Hablé del “documento de identidad” del cristiano y dije así: «Nuestro documento de identidad es el siguiente: Dios es nuestro Padre, Jesús es nuestro hermano, la Iglesia es nuestra familia, nosotros somos hermanos, nuestra ley es el amor». Ahora lo vamos a repetir juntos. Lo diré de nuevo, el traductor lo repetirá y lo repetiremos juntos: Dios es nuestro Padre.
Niños: Dios es nuestro Padre.
Papa Francisco: Jesús es nuestro hermano.
Niños: Jesús es nuestro hermano.
Papa Francisco: La Iglesia es nuestra madre, es nuestra familia.
Niños: La Iglesia es nuestra madre, nuestra familia.
Papa Francisco: Nosotros somos enemigos...
Niños: Nosotros somos...
Papa Francisco: ¿Es cierto? ¿Somos enemigos?
Niños: ¡No!
Papa Francisco: Somos amigos. Nosotros somos amigos. Todos juntos: Nosotros somos hermanos.
Niños: Nosotros somos hermanos.
Papa Francisco: Nuestra ley es el amor. Todos juntos:
Niños: Nuestra ley es el amor.
Papa Francisco: Ahora Jesús nos hablará a cada uno de nosotros. Hoy pediréis a Jesús por vuestra familia, por vuestros padres, vuestros abuelos, vuestros catequistas, vuestros sacerdotes, vuestros amigos. ¿Rezaréis a Jesús por todas estas personas?
Niños: ¡Sí!
Papa Francisco: Muy bien. Ahora continuemos la Misa y nos preparamos para recibir a Jesús.
Antes del “Cordero de Dios” el Santo Padre pronunció esta monición:
Queridos niños y niñas: Ahora recibiréis a Jesús. No tenéis que distraeros, ni pensar en otras cosas, sino solo pensar en Jesús. Venid al altar para recibir a Jesús en silencio; guardad silencio en vuestro corazón y pensad que esta es la primera vez que Jesús viene a vosotros. Después, vendrá muchas veces más. Pensad en vuestros padres, vuestros catequistas, vuestros abuelos, vuestros amigos; y si os habéis peleado con alguien, perdonadlo de veras antes de venir. En silencio, nos acercamos a Jesús.
Agradecimiento al concluir la Santa Misa en Rakovski
Queridos hermanos y hermanas:
Antes de concluir esta celebración, deseo daros las gracias a todos, de modo particular a los hermanos obispos aquí presentes, a los sacerdotes, religiosos, religiosas y a las familias. Agradezco sinceramente a todos los que han trabajado en la preparación y organización; y también a aquellos que no pudieron estar presentes, pero han rezado, especialmente a los enfermos y a los ancianos.
Aprovecho esta oportunidad para expresar mi profundo agradecimiento a las Autoridades del país y a todos aquellos que de distintos modos han colaborado en la feliz realización de mi visita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.