El 30 por ciento de los problemas que tiene un médico en su práctica clínica habitual no son técnicos, sino éticos. Así lo refiere Francisco Javier Barón Duarte, doctor en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela y especialista del Área de Oncología del Hospital Universitario de A Coruña. «Uno que tenemos con mucha frecuencia los oncólogos es el del paciente con un cáncer incurable que ha agotado todas las opciones terapéuticas habituales pero insiste e insiste en un nuevo tratamiento. Nosotros sabemos que lo que pide es fútil y que solo le va a hacer daño, pero ante la insistencia desmedida del paciente lo fácil es darle ese tratamiento. Sin embargo, no es ético».
Otro ejemplo muy típico es lo que Barón Duarte llama «confabulación de silencio», que es cuando la familia de un enfermo de cáncer determina ocultarle el diagnóstico, o la gravedad del mismo, a su pariente enfermo. «Son problemas éticos que no se resuelven con técnica sino con ética», explica el Oncólogo.
Sin embargo, «la formación que recibimos los oncólogos a lo largo de nuestra vida profesional es fundamentalmente técnica. En la residencia, se nos forma muy bien en biología molecular del cáncer, en oncogenes, en técnicas, en tratamientos, pero en comunicación empática, en el concepto de verdad soportable y en competencia ética se nos forma poco y mal», asegura Francisco Javier Barón Duarte. De hecho, «la ética se considera una competencia blanda frente a la competencia técnica que es una competencia dura y valiosa». Y esto ocurre «desde la facultad, donde, salvo contadas excepciones, la bioética está considerada como una de las asignaturas maría».
Herramientas a los profesionales del sector
Para paliar este déficit, la Fundación Pablo VI está desarrollando hasta abril un Curso de Bioética y Oncología «con el que se trata de dar a los oncólogos las herramientas para una atención más humanizada». El curso, coordinado por José Ramón Amor Pan, doctor en Teología Moral –y en el que el propio Barón Duarte es profesor–, ofrece formación a los profesionales del sector para que de esta forma «técnica y bioética se pongan en práctica de forma paralela y de un modo sinérgico y complementario para que la atención al paciente sea integral», explican desde la institución.
Algo que cuesta mucho hacer entender «en un mundo tecno-científico como el nuestro», subraya el doctor en Medicina, es que «ciencia, técnica y humanismo no son dicotómicos sino sinérgicos y complementarios». Es decir, que «cualquier tratamiento de inmunoterapia o ensayo clínico dan más resultado si de forma simultánea se tiene una actitud compasiva, si se tiene una escucha activa, si se sabe dar la mano en el momento oportuno o mirar a los ojos».
De esta forma, en el curso de la Fundación Pablo VI se da pautas a los profesionales del sector para atender, por ejemplo, la parte afectiva y emocional de un enfermo de cáncer o de su familia. «Imagine que a un familiar suyo le diagnostican un cáncer con metástasis incurable. ¿Cómo estaríamos a nivel emocional? Seguramente, devastados. El médico ha de saber transmitir la información con tacto, de forma adecuada y progresiva. Ahí entra en juego el arte de la medicina, que como todo arte se entrena», concluye el doctor en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela y especialista del Área de Oncología del Hospital Universitario de A Coruña.
José Calderero de Aldecoa
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