miércoles, 27 de septiembre de 2017

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

Queridos hermanos y hermanas:
«Mientras hay vida hay esperanza», es una frase que solemos escuchar, pero yo creo que es más bien lo contrario, es la esperanza la que sostiene, protege y hace crecer la vida.

Pero esta virtud tan importante tiene también importantes enemigos. Pensemos por ejemplo en un joven acostumbrado a recibir todo inmediatamente, a quien no se le ha enseñado la virtud de la espera y la paciencia, su alma se va vaciando de anhelos e ilusiones y esto es un obstáculo para la esperanza. Otro enemigo es la apatía, que nos hace ver los días como monótonos y aburridos. Hemos de luchar contra esto, pues Dios nos ha creado para la felicidad y no para que perdamos el tiempo en pensamientos melancólicos. 

La esperanza es la virtud del pobre, del campesino, del trabajador y del migrante que se pone en camino buscando un futuro mejor, así como también la de quien está abierto a la acogida, al diálogo y al conocimiento mutuo; es la virtud que empuja a todos a «compartir el viaje» de la vida, por eso no tengamos miedo a compartir el viaje, no tengamos miedo a compartir la esperanza. Y ante las tentaciones, acudamos a Jesús, Él nunca nos abandona, y repitamos con confianza: «Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí que soy pecador».

Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.

Les pido que hoy tengamos un recuerdo en la oración por las víctimas y los damnificados que deja tras de sí el huracán que en estos días ha azotado el Caribe, y en modo especial Puerto Rico. Que Dios los bendiga.


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