lunes, 28 de julio de 2025

Lunes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (32,15-24.30-34):

En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas.

Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés: «Se oyen gritos de guerra en el campamento.»

Contestó él: «No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo.»

Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte. Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua, haciéndoselo beber a los israelitas.

Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo, para que nos acarreases tan enorme pecado?»

Contestó Aarón: «No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: «Haznos un Dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado.» Yo les dije: «Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé»; yo lo eché al fuego, y salió este becerro.»

Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado.»

Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro.»

El Señor respondió: «Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.»

Palabra de Dios


Salmo 105,R/. Dad gracias al Señor porque es bueno


 Santo Evangelio según san Mateo (13,31-35):

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»

Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.»

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Los árboles son seres vivo de crecimiento muy lento, pero que muy lento. No tienen nada que ver con las prisas del mundo actual, siempre regidos por un horario y por una agenda, siempre buscando soluciones y respuestas y remedios rápidos. A nosotros nos va lo inmediato, el ya ahora, sin esperas ni demoras. Cuando vamos al médico preferimos que nos dé unas pastillas que nos quiten rápidamente el dolor o los síntomas molestos de nuestra enfermedad antes de que nos diga que lo que tenemos que hacer es cambiar de estilo de vida y que poco a poco iremos notando la mejoría. Si nos dice algo así, la mayoría de nosotros estamos más que dispuestos a cambiar de médico y buscar a otro que nos de soluciones ya.


Lo de los árboles es otra cosa. Empiezan por una semilla mínima y van creciendo poco a poco, año a año. Para ser realistas, de año en año prácticamente no se nota la diferencia. Pero cuando han pasado veinte o treinta o cuarenta años, entonces se ve que han crecido y que aquella semilla tan pequeña ha dado lugar a un ser vivo enorme, capaz de resistir las tempestades y las sequías.


Jesús compara en el texto evangélico de hoy el reino de los cielos con esa semilla pequeña, mínima, que se siembra y que poco a poco, año a año, va creciendo. O sea, que el reino de los cielos no es como los fuegos artificiales que en un momento explotan y echan todas las luces de colores por el cielo (claro que se apagan enseguida). El reino de los cielos es de crecimiento lento, que casi no se aprecia. Para ver su crecimiento hay que echarle mucho tiempo, una perspectiva de años. De entrada no se ve nada. Es como la vida de muchos cristianos, gente sencilla, laicos, sacerdotes, religiosos, religiosas, que, a primera vista se diría que no hacen nada, pero que van dejando caer esa semilla del reino con su vida, con su forma de vivir, y van cuidándola día a día, aunque no ven nada.


Conclusión: que el reino de los cielos es cuestión de mucha paciencia, es enemigo de las prisas. Y que lo último que podemos perder es la esperanza, porque Dios mismo es el que cuida esa semilla.

domingo, 27 de julio de 2025

Domingo 17 (Ciclo C) del tiempo ordinario

1ª Lectura (Gén 18,20-32):

 En aquellos días, el Señor dijo: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la queja llegada a mí; y si no, lo sabré». Los hombres se volvieron de allí y se dirigieron a Sodoma, mientras Abrahán seguía en pie ante el Señor. Abrahán se acercó y le dijo: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?». El Señor contestó: «Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos».


»Abrahán respondió: «Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza! Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?». Respondió el Señor: «No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco». Abrahán insistió: «Quizá no se encuentren más que cuarenta». Él dijo: «En atención a los cuarenta, no lo haré». Abrahán siguió hablando: «Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?». Él contestó: «No lo haré, si encuentro allí treinta». Insistió Abrahán: «Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran allí veinte?». Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré». Abrahán continuó: «Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más: ¿Y si se encuentran diez?». Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré».

Palabra de Dios

Salmo responsorial: 137 R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.

2ª Lectura (Col 2,12-14): Hermanos:

Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de Dios que lo resucitó de los muertos. Y a vosotros, que estabais muertos por vuestros pecados y la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó con él. Canceló la nota de cargo que nos condenaba con sus cláusulas contrarias a nosotros; la quitó de en medio, clavándola en la cruz.

Palabra de Dios

Versículo antes del Evangelio (Rom 8,15): Aleluya. Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: “¡Padre!”. Aleluya.


Santo Evangelio (Lc 11,1-13): 

Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos». Les dijo: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».


También les dijo Jesús: «Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle’. Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada’. Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»

Palabra de Dios

Compartimos:

Hoy, Jesús en oración nos enseña a orar. Fijémonos bien en lo que su actitud nos enseña. Jesucristo experimenta en muchas ocasiones la necesidad de encontrarse cara a cara con su Padre. Lucas, en su Evangelio, insiste sobre este punto.

¿De qué hablaban aquel día? No lo sabemos. En cambio, en otra ocasión, nos ha llegado un fragmento de la conversación entre su Padre y Él. En el momento en que fue bautizado en el Jordán, cuando estaba orando, «y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; mi amado, en quien he puesto mi complacencia’» (Lc 3,22). Es el paréntesis de un diálogo tiernamente afectuoso.

Cuando, en el Evangelio de hoy, uno de los discípulos, al observar su recogimiento, le ruega que les enseñe a hablar con Dios, Jesús responde: «Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre…’» (Lc 11,2). La oración consiste en una conversación filial con ese Padre que nos ama con locura. ¿No definía Teresa de Ávila la oración como “una íntima relación de amistad”: «estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama»?

Benedicto XVI encuentra «significativo que Lucas sitúe el Padrenuestro en el contexto de la oración personal del mismo Jesús. De esta forma, Él nos hace participar de su oración; nos conduce al interior del diálogo íntimo del amor trinitario; por decirlo así, levanta nuestras miserias humanas hasta el corazón de Dios».

Es significativo que, en el lenguaje corriente, la oración que Jesucristo nos ha enseñado se resuma en estas dos únicas palabras: «Padre Nuestro». La oración cristiana es eminentemente filial.

La liturgia católica pone esta oración en nuestros labios en el momento en que nos preparamos para recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Las siete peticiones que comporta y el orden en el que están formuladas nos dan una idea de la conducta que hemos de mantener cuando recibamos la Comunión Eucarística.

sábado, 26 de julio de 2025

Sábado de la XVI Semana del Tiempo Ordinario, Santos Joaquín y Ana, padres de la bienaventurada Virgen María

Mt 13, 24-30. Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (24,3-8):

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos todo lo que dice el Señor.»

Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar.

Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.»

Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»

Palabra de Dios


Salmo 49,R/. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza


Santo Evangelio según san Mateo (13,24-30):

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?» Él les dijo: «Un enemigo lo ha hecho.» Los criados le preguntaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» Pero él les respondió: «No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: ‘Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero’.»»

Palabra del Señor


Compartimos:

Nada se nos dice en los evangelios sobre los padres de María, la madre de Jesús. Pero si aparecen en los evangelios apócrifos. Está claro que María no apareció de la nada. Lógicamente tuvo padres. De ellos nos sabemos absolutamente nada pero, dado las virtudes que atribuimos a María, terminamos suponiendo que sus padres eran también buena gente. Incluso, muy buena gente. Por eso les hemos terminado declarando santos. Por pura intuición y suposición. Aunque la verdad es que no siempre los hijos salen a sus padres. A veces son realmente la versión opuesta. De buenos padres salen hijos desastre y de malos padres salen, casi parece un milagro, hijos honestos, decentes y buenas personas. No solo eso, a veces entre los hermanos hay diferencias abismales.


Pero con Joaquín y Ana estamos convencidos de que eran buenas personas. Y hasta los hemos convertido en santos a pesar de que no conocemos a ciencia cierta nada de ellos. Quizá por eso no hacemos más que proyectar en ellos la idea que tenemos actualmente de lo que debería ser una buena familia.


En ese no saber, es mejor pensar con sencillez que María nació en el seno de una familia normal de aquel tiempo. Allí creció y maduró como persona. Algo tuvo que aprender en el seno de aquella familia sobre cómo relacionarse con Dios. No podía ser de otra manera en aquel mundo. Así se iría preparando para asumir las sorpresas que le iba a dar su hijo Jesús a lo largo de su vida. Obviamente, sus padres no le pudieron preparar para todo lo que iba a vivir. Ningún padre puede hacer eso con sus hijos. Tienen que aceptar, para bien o para mal, que los hijos van a crecer y van a ir tomando sus propias decisiones y sus propios caminos, que no siempre coincidirán con los deseos de sus padres. María tuvo que asumir el desafío de criar a su hijo y de aceptar que su camino iba a ser realmente original. Pero, lo más importante, supo estar siempre a su lado, aun sin entender del todo, hasta su misma muerte en cruz. Quizá podamos pensar que había sido bien educada por sus padres para vivir en libertad y criar a su hijo en libertad.

viernes, 25 de julio de 2025

El Papa alienta a los dominicos a renovar su vocación misionera

En una carta con ocasión del Capítulo General en Cracovia, el Pontífice exhorta a la Orden de Predicadores a discernir guiados por el Espíritu y a predicar con audacia en los nuevos contextos culturales


En plena celebración del Capítulo General de los Priores Provinciales de la Orden de Predicadores, que se desarrolla en Cracovia del 17 de julio al 8 de agosto (fiesta de Santo Domingo de Guzmán), en el contexto del Año Jubilar, el Papa León XIV ha dirigido una carta al Maestro de la Orden, fray Gerard Francisco Timoner III, OP, en la que expresa su cercanía espiritual y anima a los frailes dominicos a vivir este tiempo como una ocasión privilegiada de renovación.


El encuentro congrega a representantes de todas las entidades de la Orden para reflexionar comunitariamente sobre el Propositum Ordinis, revisar las Constituciones y definir las prioridades para los próximos años. Entre los temas centrales figuran la vida fraterna, la formación, la misión ad gentes y el anuncio del Evangelio en los nuevos escenarios eclesiales y culturales.


En su mensaje, fechado el 17 de julio, día de la apertura del Capítulo, el Santo Padre subraya la pertinencia pastoral del tema elegido: la predicación dirigida a “cuatro públicos” —aquellos que aún no conocen a Jesús, los fieles cristianos, los que se han alejado de la Iglesia y los jóvenes que se encuentran en estas situaciones—. “Confío en que estos días de gracia sean una oportunidad para la renovación, arraigada en la esperanza que no defrauda”, escribe el Papa.


León XIV invita a los capitulares a dejarse guiar por el Espíritu Santo y a robustecer el compromiso con el servicio al Cuerpo de Cristo, permaneciendo fieles al estilo de vida evangélica elegido por Santo Domingo. “Vuestra experiencia compartida de fraternidad y oración fortalecerá los lazos de comunión que os unen como dominicos”, sostiene el Pontífice.

Asimismo, desea que este proceso "os inspire a vivir cada vez más plenamente vuestra vocación de predicadores contemplativos". "De este modo -puntualiza-, continuaréis sin duda llevando a cabo vuestra misión en el corazón de la Iglesia.


El Obispo de Roma encomienda el Capítulo General a la intercesión de Nuestra Señora del Rosario e imparte la bendición apostólica a toda la Orden "como prenda de sabiduría, alegría y paz en el Señor".

Santiago, apóstol

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,33;5,12.27-33;12,2):

En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»

Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.

Palabra de Dios


Salmo 66 R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben


Segunda Lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,7-15):

Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.

Palabra de Dios


Evangelio según san Mateo (20,20-28):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»

Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»

Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»

Contestaron: «Lo somos.»

Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»

Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Hoy celebramos la fiesta de Santiago Apóstol. Es patrón de España y en muchos pueblos y ciudades de Latinoamérica también está presente su imagen en los altares de sus iglesias. De este apóstol hay dos imágenes que son las que más se repiten. En una se le ve subido a un caballo, espada en mano y liderando a las tropas castellanas contra las fuerzas musulmanas en la batalla de Clavijo. La otra es la del apóstol peregrino. Ya no lleva una espada en la mano ni va a caballo. Se le representa caminando, con el bordón en la mano.


Para ser sincero, me parece que la primera imagen es muy poco evangélica. Es más una construcción de la tradición, de aquellos cristianos que se sentían amenazados por la expansión musulmana, que una realidad. No me puedo imaginar ni a Santiago ni a ninguno de los apóstoles con espada en mano matando a los enemigos. Eso no tiene nada que ver con el Evangelio, con lo que fue el centro de la vida de Jesús. Hay que hacer mucha interpretación del Evangelio para llegar a ver a uno de los apóstoles matando moros, como se le representa en esas imágenes.


Me parece mucho más evangélica, mucho más estimulante para nuestra vida cristiana, la imagen del Santiago peregrino. Ya nos dice mucho el ver al apóstol sin caballo. A pie se está más cerca de las personas, de “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren”, como dice el documento del Concilio Vaticano II Gaudium et Spes. A pie fue como anduvo el mismo Jesús. A pie caminamos con nuestros hermanos y hermanas, los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Y a ellos les servimos tal como dice el Evangelio de hoy en sus frases finales. Porque para servir al reino, a la fraternidad y a la justicia es para lo que estamos. Como Jesús que no vino a ser servido sino a servir.

jueves, 24 de julio de 2025

Jueves de la XVI Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Lectura del libro del Éxodo (19,1-2.9-11.16-20b):

Aquel día, a los tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí: saliendo de Rafidín, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte.

El Señor dijo a Moisés: «Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo, y te crea en adelante.»

Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho. Y el Señor le dijo: «Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa y estén preparados para pasado mañana; pues el Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo.»

Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.

Palabra de Dios


Salmo Dn 3,52.R/. A ti gloria y alabanza por los siglos


Santo Evangelio según san Mateo (13,10-17):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»

Él les contestó: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: «Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure.» ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.»

Palabra del Señor

Compartimos:

Los sentidos nos permiten captar lo que sucede a nuestro alrededor. Pero también es verdad que a veces nos ponemos las gafas de nuestros intereses, nuestros prejuicios, nuestros miedos y terminamos deformando la realidad. Es lo que en el refrán español se expresa diciendo que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Parece ser que entre los que rodean a Jesús hay muchos de estos, que miran sin ver y escuchan sin oír ni entender”. Porque, para ser sinceros, no es que las parábolas ni los dichos de Jesús sean difíciles de entender. Más bien son historias sencillas que hablan de la bondad del Padre Dios, de la necesaria fraternidad y cuidado que nos debemos unos a otros, del perdón… Las palabras de Jesús están al alcance de todos. Y la gente sencilla las entendía sin problema.


Pero siempre están los que no quieren oír. O más bien solo quieren oír lo que ellos creen que el otro está diciendo, sin atender mucho a lo que dice en realidad. Son los que son duros de oído, los que han cerrado los ojos. Así consiguen no ver ni oír ni, lo que es más importante, entender con el corazón.


Jesús nos hace una llamada a abrir los sentidos para escuchar la realidad en torno nuestro. Porque en ella es Dios mismo el que nos está hablando. Si nos dejamos llevar por nuestros temores y prejuicios, entonces no veremos la realidad tal cual es. El hermano necesitado lo veremos inevitablemente como una amenaza y no como una llamada a construir la fraternidad y el Reino.


Posiblemente antes de mirar y oír, tendríamos que limpiar bien ojos y oídos, desterrar los prejuicios, los miedos, liberarnos de los intereses personales o de grupo, que nos impiden ver más allá de la punta de nuestra nariz, para lanzar la mirada al horizonte y mirar a lo que nos rodean, a los que nos rodean, con los ojos de Jesús y la perspectiva del Reino. Casi seguro que entonces la realidad cobrará otro color y veremos y oiremos cosas que antes ni veíamos ni oíamos. Y lo que veamos nos llegará al corazón y nos hará comportarnos de otra manera.

miércoles, 23 de julio de 2025

Santa Brígida de Suecia, religiosa

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (2,19-20):

Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

Palabra de Dios


Salmo  33,R/. Bendigo al Señor en todo momento


Santo Evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mi no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor


Compartimos:

Hoy, Jesús —en la pluma de Mateo— comienza a introducirnos en los misterios del Reino, a través de esta forma tan característica de presentarnos su dinámica por medio de parábolas.


La semilla es la palabra proclamada, y el sembrador es Él mismo. Éste no busca sembrar en el mejor de los terrenos para asegurarse la mejor de las cosechas. Él ha venido para que todos «tengan vida y la tenga en abundancia» (Jn 10,10). Por eso, no escatima en desparramar puñados generosos de semillas, sea «a lo largo del camino» (Mt 13,4), como en «el pedregal» (v. 5), o «entre abrojos» (v. 7), y finalmente «en tierra buena» (v. 8).


Así, las semillas arrojadas por generosos puños producen el porcentaje de rendimiento que las posibilidades “toponímicas” les permiten. El Concilio Vaticano II nos dice: «La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega» (Lumen gentium, n. 5).


«Los que escuchan con fe», nos dice el Concilio. Tú estás habituado a escucharla, tal vez a leerla, y quizá a meditarla. Según la profundidad de tu audición en la fe, será la posibilidad de rendimiento en los frutos. Aunque éstos vienen, en cierta forma, garantizados por la potencia vital de la Palabra-semilla, no es menor la responsabilidad que te cabe en la atenta audición de la misma. Por eso, «el que tenga oídos, que oiga» (Mt 13,9).


Pide hoy al Señor el ansia del profeta: «Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos» (Jr 15,16).